Comercios no cubren los costos fijos por falta de ventas en Ituzaingó y en la región

En las calles de Ituzaingó, Corrientes, el pulso de la ciudad late cada vez más débil en sus comercios locales.

Los vecinos de barrios emblemáticos como San Jorge, 1000 Viviendas y Mbatará sienten en carne propia una preocupación creciente: las persianas bajan antes de tiempo, los escaparates lucen vacíos y el bullicio de las ventas parece cosa del pasado. ¿Qué está pasando en el corazón comercial de nuestra ciudad?.

La realidad es inquietante. Numerosos comercios, especialmente las pequeñas y medianas empresas que durante años sostuvieron la economía local, hoy no logran cubrir ni siquiera sus costos fijos.

Alquileres, servicios y salarios se han vuelto una carga insostenible ante la caída abrupta de las ventas. Un reciente relevamiento de la CAME revela un dato alarmante: solo una minoría de negocios logró superar las ventas del año anterior, mientras la mayoría lucha por sobrevivir.

Esta crisis no es solo un número frío en una estadística: es la historia de cada familia que depende del almacén de la esquina, del kiosco del barrio o del pequeño emprendimiento familiar.

Es el miedo de los empleados que no saben si el mes próximo tendrán trabajo, es la incertidumbre de los dueños que ven cómo sus sueños se desvanecen día tras día.

La raíz del problema es profunda. La inflación desbocada y la pérdida del poder adquisitivo han hecho que los vecinos de Ituzaingó y la región tengan que elegir con cuidado en qué gastar cada peso.

El consumo cae, las ventas se desploman y la rueda de la economía local se detiene, afectando a todos por igual.

Pero en medio de la preocupación, surge una pregunta que nos interpela como comunidad: ¿qué podemos hacer para revertir esta situación?.

Hay caminos posibles. Desde políticas de apoyo y créditos para las pymes, hasta campañas que incentiven el consumo local y la colaboración entre comerciantes.

También la creatividad y la adaptación, como la diversificación de la oferta y la exploración de nuevos canales de venta, pueden ser la llave para salir adelante.

Este momento difícil nos invita a mirar a nuestro alrededor y preguntarnos: ¿qué sería de nuestros barrios sin esos comercios que nos acompañan cada día?.

¿Cómo cambiaría la vida en San Jorge, 1000 Viviendas o Islas Malvinas si desaparecieran esos lugares que son mucho más que simples negocios, sino parte de nuestra identidad y tejido social?.

La historia aún no está escrita. Depende de todos nosotros, como habitantes de Ituzaingó, decidir si dejamos que la crisis apague la luz de nuestros comercios o si, juntos, encontramos la manera de encender una nueva esperanza.

Porque cada compra local es un voto de confianza en nuestra ciudad, en nuestros vecinos y en nuestro futuro compartido.

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