Imagínate vivir en Ituzaingó, en barrios tan emblemáticos como San Jorge, 1000 Viviendas o Mbatará, donde el colectivo no es solo un medio de transporte, sino la columna vertebral que sostiene el día a día de millas de familias.
Cada mañana, esos colectivos conectan a los vecinos con sus trabajos, escuelas y centros de salud. Sin este vínculo, la rutina se vuelve más dura, la movilidad se estrecha y la esperanza de un mejor futuro se vuelve más frágil.

Un buen servicio de colectivos urbanos en Ituzaingó es clave para abrir el paso a nuevas oportunidades. Cuando un vecino puede viajar a tiempo, sin esperar horas bajo el sol o la lluvia, su jornada se vuelve productiva y eficiente.
Basta con observar las paradas de micros en la ciudad: bolsas con compras de supermercados, tiendas de ropa, calzados y panaderías dan cuenta del flujo constante que solo un transporte público eficiente puede sostener.

Pero la importancia va mucho más allá. Unas de las medidas que toman las empresas que quieren invertir en una ciudad es ver la calidad del servicio de transporte urbano, la frecuencia del recorrido, la calidad de las unidades y el horario que dispone el transporte urbano, ya que es vital para la proyección de retorno costo beneficio en su proyecto de la empresa.
Es decir, un buen transporte no solo mejora la calidad de vida de los habitantes, también es un elemento decisivo para atraer inversiones y fomentar el desarrollo económico local.
En la reciente exposición de propuestas del flamante intendente Emilio Nicolás en la Cámara de Comercio de Ituzaingó, la problemática del transporte urbano fue uno de los temas centrales. Nicolás destacó que la empresa concesionaria, Dafon, enfrenta números muy ajustados para sostener el servicio, debido a los elevados costos operativos.

El intendente subrayó que desde el municipio se debe garantizar que estas dificultades financieras no afecten al servicio, porque una falla en el transporte urbano impactaría directamente en las cajas de venta diaria de los comercios físicos y, por ende, en la economía local.
Además, Ituzaingó no es solo una ciudad donde la vida cotidiana depende del transporte público; es también un destino turístico en crecimiento. Para los visitantes que llegan a conocer sus atractivos, la posibilidad de desplazarse con confianza y facilidad es imprescindible.
Un servicio deficiente no solo dificulta la movilidad, sino que puede desalentar la llegada de turistas, afectando un motor económico vital para toda la comunidad.

Sin embargo, la realidad que muchos vecinos viven a diario dista de este ideal. Quejas sobre el estado de las unidades, retrasos constantes y la falta de cumplimiento en los horarios generan frustración y limitan severamente la movilidad de quienes dependen exclusivamente del colectivo, especialmente quienes no tienen acceso a vehículos privados.
Por eso, atender esta problemática no es solo una cuestión de mejorar el transporte, sino de garantizar la inclusión social, la igualdad de oportunidades y el desarrollo sostenible de Ituzaingó. Porque detrás de cada colectivo que circula por las calles de barrios como San Jorge, 1000 Viviendas y Mbatará, hay una historia de alguien que busca salir adelante y aportar a su comunidad.

La pregunta que queda en el aire es: ¿Qué hará la ciudad para que este servicio esencial no sea una deuda pendiente, sino un motor de progreso que impulse a Ituzaingó hacia un futuro más justo y conectado para todos?